Diplomático, poeta e historiador mexicano nacido en la Ciudad de México y que murió en Madrid, España. Fue Ministro de México Plenipotenciario ante Alemania y España. Francisco A. de Icaza inicia su carrera diplomática al ser amigo de Don Vicente Riva Palacio y le acompaña a España como segundo secretario en el año 1886, cuando éste es nombrado Ministro de México, para años después ascender a primer secretario en 1895. Durante los años de 1904 a 1912 fue nombrado Ministro Plenipotenciario en Alemania y en 1913 fue designado para que ocupara el mismo cargo y con la misma categoría en España, tristemente para él este gusto le duró muy poco. La consolidada carrera diplomática de Francisco A. De Icaza, quien tuvo misiones importantísimas en las más renombradas cortes europeas sólo pudo ser frenada por la Revolución Mexicana en 1914, y es que como era de esperarse estos cargos ya no podían mantenerse en manos de quienes se forjaron en ese México naciente que ya se antojaba viejo a los ojos del nuevo siglo. Francisco A. De Icaza sólo volvió a México a lo largo de su vida en contadas ocasiones y tuvo una vida privilegiada, en la que se supo rodear de las mentes más brillantes de la época y dejó más de 22 libros e incontables poemas, artículos de carácter periodístico y diversos discursos. De muy temprana vocación y a la vez reflejo de la rigurosa educación que recibió, comenzó a hacer versos a los cinco años, mismos que su madre transcribía y eran publicados en el periódico “Los Chiquitines”, editado por Rosas Moreno. Entre sus obras destacadas está el Diccionario autobiográfico de conquistadores y pobladores de la Nueva España (Madrid 1923), parte de cuyo material había sido compilado por Don Francisco del Paso y Troncoso. Fue miembro de la Academia de la Historia y de las Bellas Artes, tanto de la mexicana como de la Española, e incluso llegó a ser Vicepresidente del prestigioso instituto cultural Ateneo Científico y Literario, en Madrid. A Francisco A. De Icaza, se le recuerda como un amante de las formas y la corrección, tanto en el lenguaje como en el vestir. Gustaba de lucir el uniforme diplomático con espadín o un bien cortado frac. Se casó con Doña Beatriz de León y de Loinaz y de entre sus hijos y nietos podemos destacar que su hijo Francisco A. De Icaza también fue diplomático y embajador de México ante varios países, lo mismo que sus nietos Antonio y Carlos de Icaza. De sus hijas destacan Carmen de Icaza, Baronesa de Claret, escritora y novelista quien siguiera el camino de las letras de su padre, y Sonsoles de Icaza, Marquesa de Llanzol, reconocida aristócrata española quien fuera la musa del diseñador Cristóbal Balenciaga.
Nació en la Ciudad de México el 12 de junio de 1813, siendo el segundo de 12 hijos del matrimonio formado por Mariano de Icaza e Iraeta e Ignacia Iturbe. Ingresó al noviciado jesuita de la Ciudad de México siendo ya sacerdote y rebasados los 25 años, allí estuvo bajo la dirección del R. P. Juan Ignacio Lyon. Después obtuvo de la Universidad de México los grados de doctor en derecho canónico y en teología. Durante algún tiempo ocupó el puesto de bibliotecario de la Universidad de México y hacia 1841 es destinado a la Iglesia de la Visitación, también conocida como Colegio de Niñas, esta capellanía la mantuvo el resto de su vida y no la abandonó ni en los momentos más críticos de persecución a la Compañía de Jesús. El padre Icaza fue uno de los 4 jesuitas restablecidos por decreto de Santa Anna el 19 de septiembre de 1853. Manuel María de Icaza alternó sus obligaciones como capellán con otras actividades y apostolados, de todas ellas destacamos que fue profesor en el seminario de la capital y director de la Archicofradía del Corazón Inmaculado de María, agregada a la de París. Fue por iniciativa suya que se erigió la primera gruta dedicada a Nuestra Señora de Lourdes en México, también se le recuerda como un devoto propagador del culto al Sagrado Corazón de Jesús y finalmente fue el padre Icaza quien introdujo el apostolado de la oración en México. Pese a que su posición económica y familiar siempre fue más bien desahogada, a lo largo de su vida siempre se mostró muy desprendido hacia las cosas materiales. Falleció en la Ciudad de México el 20 de enero de 1883.
La parroquia de Santa María de Erandio, en Vizcaya, lugar de las 3 casas solares infanzonadas de Icaza Aurrecoa, de Icaza Erdicoa y de Icaza Aztecoa tiene en su retablo una Madona marinera rodeada de ángeles y de navegantes. Esta advocación mariana, así como las de Begoña y Aránzazu son las primeras y que de forma natural fueron las que veneraron como cristianos viejos los ascendientes de Don Juan Martín de Icaza y Urigoytia. Con la migración de D. Juan Martín de Icaza y Urigoytia en 1737 a El Reino de Tierra Firme, que hoy es Panamá, se sumaría al inconsciente colectivo familiar la advocación de Nuestra Señora de la Misericordia, que se había extendido como principal devoción mariana en el territorio panameño. La descendencia del matrimonio formado por Don Martín de Icaza y Urigoytia con Doña Juana Martina de Caparroso y Vázquez de Gortayre se expandiría por los territorios coloniales para establecerse en lo que hoy son las naciones de Panamá, México, Nicaragua, Perú, Ecuador y Chile. Es en 1779 cuando llega a La Nueva España, hoy México, Don Isidro de Icaza y Caparroso, quien no puede menos que sentirse cautivado por la fuertemente arraigada devoción a Santa María de Guadalupe y desde entonces a ella consagra a su familia a la que pone a su augusta protección. Desde 1783, año del nacimiento del primer hijo de Isidro Antonio de Icaza, decide hacerse cargo de los costos de la cera que se consume frente al ayate del Tepeyac, pues encuentra que es una forma de tener presente y encomendado a su hijo de manera permanente a María. En 1803 tras el nacimiento de su única hija y sexta de los 11 que le sobrevivieron de sus 2 matrimonios, celebró un contrato con el Cabildo de la Colegiata de Guadalupe para que por medio de una donación de 8,000 pesos oro, con los réditos del 5% anual, ardieran a perpetuidad 6 cirios que representan a sus hijos. Por años los 6 cirios ardieron en 6 candeleros exactamente frente a la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, hasta que el 12 de octubre de 1976, fecha de la traslación a la nueva Basílica estos cirios se colocaron en seis bases de madera en forma de plato en los escalones del presbiterio, donde siguen representando a las estirpes de los Icaza desde hace 213 años. De los hijos y nietos de Don Isidro se contaba un núcleo familiar que rondaba los 60 y ellos en unidad comenzaron la tradición de peregrinar eventualmente al Tepeyac a renovar la consagración de la familia a Santa María de Guadalupe, según consta en archivos epistolares y crónicas de la época. Sin embargo, es hasta el año de 1871 en que se instituye formalmente el compromiso de celebrar una Función Anual de los Icaza en la Basílica de Guadalupe, misma que en el año 2020 sumará 150 celebraciones de manera ininterrumpida.
R.P. Isidro Ignacio de Icaza e Iraeta, S. J. fue por así decirlo el primer Icaza nacido en tierra mexicana, y esto se debe a que cuando su padre Don Isidro de Icaza y Caparroso emigra a lo que hoy es la Ciudad de México en realidad sólo era un sitio estratégico para el comercio de la España americana, en aquellos tiempos no existían sentimientos separaistas, independentistas ni libertarios. Sin embargo, a lo largo de su vida Isidro de Icaza e Iraeta no sólo sería testigo de este cambio sino que terminaría siendo un protagonista para entender lo que hoy es ser mexicano, ya que fue firmante del Acta de Independencia de México y fundador del Museo Nacional (Museo Nacional de Antropología e Historia). Primogénito de una familia con grandes tradiciones Marianas y Marinas Isidro crece lleno de privilegios, ya que su padre además de ser un exitoso comerciante, quien junto a sus hermanos han diseñado una ruta marítima que cubre toda la España americana y sirve como enlace entre Asia y Europa, ha sabido también hacer una carrera política y de gobierno que le han llevado a ser admitido como Caballero de la Orden de Carlos III y a ejercer el puesto de Alcalde de la Ciudad de Méjico, entre otros cargos de tesorería, tribunales y consulado. Así que con estos antecedentes es fácil concluir que la infancia y juventud de Isidro Ignacio fue holgada y que le permitieron dedicarse a cultivar su espíritu e intelecto. Estudio en el Seminario Conciliar de la Puebla, después en el Colegio de San Idelfonso para obtener grados mayores de Maestro en Artes (1803) y finalmente concluyó su instrucción en la Real y Pontificia Universidad donde se doctoró en Teología (1806). En cuanto a su vida académica fue catedrático a perpetuidad en San Idelfonso y electo Rector de la Real y Pontificia Universidad en 1815, aunque renunció al cargo apenas un año después para ingresar a la Compañía de Jesús, restituida por Fernando VII. En 1816 presenta sus pruebas genealógicas al Tribunal de la Inquisición, del que fue designado Comisario de Corte. Fue Hermano Mayor de la Cofradía de San Pedro Mártir y participó del Plan de la Profesa. Con los sueños de Independencia materializados se logra que cada territorio conforme un país y en 1821 el RP Isidro de Icaza e Iraeta, SJ es uno de los firmantes que estuvieron en Palacio Nacional aquel 24 de febrero, cuando oficialmente nació México como nación. Es miembro de la Soberana Junta Provisional Gubernativa y recibe del Gobierno Imperial la Condecoración de Nuestra Señora de Guadalupe. En 1825 funda y funge como primer Director del Museo Nacional y en 1827 publica “Colección de Antigüedades que existen en el Museo”, que contaba con láminas de Federico Waldeck y que es considerado el primer ensayo de arte litográfico mexicano. También fue Individuo de la Junta Consultiva sobre prosperidad y fomento de las Californias. Fue cura interino de Santa María la Redonda y en 1827 cura propio de la Villa de Atlixco.
Esta capilla estuvo localizada en la Villa de Guadalupe, al poniente de “Él Pocito”, lugar en el que la tradición dice que la Virgen esperó a Juan Diego mientras recogía las flores en la cima del Tepeyac. En 1895, Catalina Álvarez Icaza, con el permiso del Sr. Arzobispo Próspero M. Alarcón compró el lote para construir la capilla, y junto con la familia de Icaza, les concedió el patronato. El estilo de la capilla fue una mezcla de neo-clásico e isabelino, de una sola nave, con bóveda de pañuelo, dividida en cinco segmentos. La fachada con puerta al oriente y el piso era de mármol ajedrezado en blanco y negro; contaba con tres vitrales emplomados, donados por Don José de Icaza y Cossío. El retablo, de cedro rojo, tenía un cuadro al óleo de Gonzalo Carrasco, S.J., que mostraba a la Virgen con Juan Diego a sus pies mostrándole las flores. En el crucero tenía una cúpula decorada con flores y ángeles. Se consagró en agosto de 1895. En esta capilla, el 25 de diciembre de 1924, se firmó el Acta de Constitución de la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, fundada por el P. Félix de Jesús Rougier. La capilla fue demolida en 1968, dejando sólo una columna para conmemorar la entrega de las flores de Juan Diego. El cuadro del retablo y las piedras de la fachada han sido preservados por los Misioneros del Espíritu Santo.